Mostrar/ocultar texto completo de la misión «Al ascender suavemente hasta las nubes y mirar hacia abajo, vio que todas las venas del corazón del bosque se habían secado. Cuando Okiara sembró sus semillas en la tierra árida, la belladona, natural del Reino de las Raíces, comenzó a crecer allí, con su peligroso veneno en cada una de sus afiladas hojas. “¡Idiota! ¡Todos nosotros dejamos ese reino hace mucho! ¡Ahora tenemos que abandonar nuestra forma anterior!”, reprendió Valtarra con un tono austero. Sin embargo, con la emoción por el nacimiento de una vida a flor de piel, Naak perdió el control e inundó los campos de lluvia. Más pronto que tarde, la tierra antes árida se convirtió en un vergel de belladona, que emponzoñó los cuerpos de los lobos y ferrallus que allí vivían. Raudo como el viento, Valtarra creó unas gruesas plumas y se las colocó a los animales cuando el invierno estaba por venir para protegerlos».
(Parece la historia de Valtarra contada como si de un cuento de hadas se tratase).
«Esta es la historia que el espíritu de Atanis me contó sobre Valtarra, cuyo comportamiento se me antoja un tanto... obtuso. ¿Qué sentido tenía hacerse más fuerte, noble y grande que nadie si no podía ver más allá de sus propias narices? ¿Acaso no vio las hordas de elefantes que venían de las lejanas tierras nevadas de Drieghan? Si hubiera esperado un poco más, los elefantes habrían terminado con toda la belladona que creció y los pobres lobos y ferrallus no hubieran tenido que sufrir que se les cayese la piel». |